Una de las cosas que primero aprendí de la cerámica es que no hay lugar en ella para la prisa.

Acorde con el famoso slow motion tan de moda en estos tiempos, la cerámica y su proceso de elaboración contribuye a su aplicación en todas sus facetas.

Así que, si eres de los que necesitas ver resultados en dos días, olvídalo porque la cerámica te exige bajar el ritmo, relajarte y tomarte tu tiempo.

Para hacerlo muy básico os indicaré las fases del proceso de elaboración de las piezas, dejando atrás toda la complejidad en la elección de materiales, esmaltes y temperatura de cocciones.

Lo primero que hace un ceramista antes de echar manos al barro es pensar bien en su diseño. Este es un proceso cuidado en el que debes pensar cómo vas a plantear la pieza, de cuántas partes de va a componer y cómo vas a ensamblarlas en su caso.

Una vez tienes claro el diseño y ya has elegido la técnica con el que lo llevarás a cabo (torno, modelado, moldes) es el momento de ensuciarse.

¡Manos al barro!

Moldeas tu pieza hasta que esté tal y como tú la diseñaste. En ocasiones sucede que el azar hace que la pieza que estás modelando acabe siendo diferente a como la planteaste y resulta sencillamente genial, forma parte de la magia del barro.

Si tu pieza está lista, es el momento de dejarla secar. Ahora la pieza es muy, muy frágil de manera que trátala con mucho cuidado porque se puede romper con mucha facilidad.

Cuando la pieza está seca, se hornea a baja temperatura entre 650ºC y 980ºC por lo que hace falta hornos especiales para la cocción.

Primera cocción lista

A estas piezas se les llama bizcocho. Comprobarás que son un poco más pequeñas. Es porque durante la cocción el agua de la arcilla se absorbe y hace que la pieza se encoja.

Ya tienes la pieza lista para pintar/esmaltar. Una vez terminado este proceso nos vamos de nuevo al horno para la segunda cocción. Esta vez a mayor temperatura dependiendo del tipo de arcilla que hayas elegido.

Abrir el horno en este último paso encierra toda la magia del proceso. La sensación de comprobar cómo ha quedado la pieza finalmente es fascinante y te aseguro que una vez empiezas, es difícil parar.

Disfruta de cada momento que te ofrece el barro. Las decepciones, las imperfecciones, los logros, las emociones, todo forma parte de un proceso maravilloso que debes probar, al menos una vez.

 

 

 

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